lunes, 20 de diciembre de 2010

PRAXIAS

La relación existente entre motricidad y lenguaje es algo evidente, observando
que muchos de los niños que presentan desórdenes articulatorios tienen muy poco
desarrolladas las funciones motrices. De ahí la importancia de que los órganos
articulatorios puedan adquirir la agilidad y coordinación de movimientos suficientes
y necesarios para hablar con corrección.

Las actividades bucofaciales deben orientarse hacia la consecución de una
adecuada motilidad de lengua, labios y mandíbula. La lengua y los labios actúan
activamente, mientras que las mandíbulas, el velo del paladar y las fosas nasales
lo hacen como órganos pasivos.

La adecuada motricidad de estos órganos es un prerrequisito necesario para
alcanzar una capacidad articulatoria suficiente.

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